Estimado …. !
Muchas gracias por su atento y cordial mail. A
decir verdad, Ud se me adelantó; pues estaba esperando terminar una serie de
Conciertos para ponerme en contacto con Uds. Dicho sea de paso, le estaría muy
agradecido si me hace llegar el mail de Luis Roggero.
Abusando de su gentileza, le rogaría que dé a
conocer este mail a su querida Orquesta.
…. , junto con tratar de dar siempre lo mejor de
mí, he tratado toda mi vida de ser consecuente y respetar mis compromisos,
esperando, siempre de buena fe, que me correspondan de la misma forma. En
muchas oportunidades, por causas nobles, he trabajado hasta gratis; no tengo
problema en ello.
Pero, esta vez no era el caso y lo único que
esperaba era que los compromisos contractuales se cumplieran. Primero me
dijeron que se habían terminado los fondos, que esperaban una nueva partida económica.
Después, me exigieron certificados de impuestos insólitos; Cuenta bancaria;
Cédula de Identidad, etc… Todo eso, para nada! Y así pasó un año…!
Creo que fue consecuente cancelar mis compromisos
allá, pues, ciertamente, no le habría hecho ningún favor a la Orquesta, como
Institución, avalar con mi presencia un incumplimiento que claramente no los
prestigia. Por lo demás, como cualquier persona normal, yo vivo de mi trabajo y
también tengo los compromisos de cualquier persona.
Quisiera dejar ABSOLUTAMENTE CLARO que esta
decisión nada tiene que ver con el enorme respeto y afecto que siento por la
Orquesta Sinfónica Nacional que, a lo largo de tantas veces que hemos trabajado
juntos, me ha distinguido no sólo con su mejor rendimiento musical, sino que con
su cariño y amistad. Con ello es con lo que me quedo !
Le ruego hacer llegar a todos y cada uno de los
integrantes de la Orquesta Sinfónica Nacional mi más cálido abrazo, así como
mis sentimientos de admiración y amistad. El futuro ya me dará la ocasión
de volver a hacer música juntos, así como poder
saludar a cada uno de Uds.
Afectuosamente,
Mto Francisco Rettig